Paso tras paso, traspasando la ciudad con los pasos y dejando atrás las huellas de los pies. Era un encuentro íntimo, certero, lúcido. Para mi, llegar a Ibirapuera era mi Compostela y no podía dejar perder segundos en cada paso que daba para alcanzar a ver o deslumbrar lo que años atrás sólo veía en libros. Era hora de ver una obra de Niemeyer.
Cuando en los albores del nuevo siglo, nos remontamos a escenarios pasados en hechos que marcaron para siempre la historia como la ya citada caída del muro del Berlín, hemos de caer en cuenta que bajo los paradigmas preestablecidos de una arquitectura evolutiva, los diferentes hitos subvierten o asimilan, dependiendo de la óptica del arquitecto, las diferentes corrientes que influyen en el actual desarrollo paulatino de la arquitectura.