Cuando en los albores del nuevo siglo, nos remontamos a escenarios pasados en hechos que marcaron para siempre la historia como la ya citada caída del muro del Berlín, hemos de caer en cuenta que bajo los paradigmas preestablecidos de una arquitectura evolutiva, los diferentes hitos subvierten o asimilan, dependiendo de la óptica del arquitecto, las diferentes corrientes que influyen en el actual desarrollo paulatino de la arquitectura.
Esto no es nada nuevo, no es el maná del cielo, ni mucho menos “el punto de equilibrio”, ni nada por el estilo. Pero puede ser la razón de las diferentes inquietudes acerca de ¿hacia donde puede ir la arquitectura?Para comenzar no nos queda sino analizar los diferentes puntos de inquietud y de cambio que han afectado la arquitectura alrededor de la historia. Encontraremos pues, que dependiendo de la fe que deposita el pueblo hacia la institución que posee un poder, depende la razón filántropa con la cual se crean los objetos. ¿Cómo se pueden explicar hitos como el Partenón griego, o la plaza de San Pedro en Roma?. Si esperamos que la respuesta sea política…no estamos tan mal, aunque no es del todo correcto.
Puede ser política, si miramos que en la edad media, el centro de toda vida y acción era dios, y de ese dios dependía el mundo; creamos viviendas etéreas de gran altura y nace el gótico, así como en los 50’s se dispara la explosión demográfica en la tierra y creamos máquinas para habitar, así nace la arquitectura, siempre nace así, de la circunstancia.¿Que sucede entonces con el éxito de corrientes tales como el neoclasisimo, el modernismo, o la alta tecnología y la frustración del constructivismo ruso, o la utopía clásica francesa? Son exitosas porque la política y la ética del momento influyen en el desarrollo de estas corrientes.
Es inolvidable la escena de Goodbye Lenin en la cual después de la caída del muro de Berlín, una socialista alemana ve volar por los aires media estatua de Lenin, colgando de un helicóptero con el brazo extendido, como una despedida silenciosa. El constructivismo ruso, nacido de las ciencias socialistas, acaba infructuosamente su desarrollo por la desaparición de la fe en el comunismo. Luego nace el deconstructivismo, no se si por juego de palabras o por decisiones estéticas de los arquitectos. Desde la tendencia original de los arquitectos de la exposición de 1988, que deseaban un acercamiento de la práctica arquitectónica a las teorías estéticas, el deconstructivismo se ha ido agotando, convirtiéndose en una producción demasiado mediatizada y heteróclita, solicitando urgente una nueva revisión. Si el deconstructivismo hubiese pasado por lo mismo que es posible que se hubiese continuado o se transforme; pero nadie sabe si se esta transformando, solo el tiempo lo dirá.
Las corrientes exitosas son aquellas que a pesar de los hechos, no cambien y siguen sellando páginas de arquitectura. Si esto es cierto, entonces ninguna corriente es exitosa, desvariando entonces la vaga idea que teníamos de corriente exitosa al clasicismo, que, a pesar de todo perdura. ¿Pero que perdura de él? adivinen, la muy bien llamada forma, la estética. No más. Se volvió una retórica cuya poética es mutante y se amolda al tiempo. Nada mas comprobemos lo con los griegos y romanos que la crearon, como vuelve en el renacimiento, con una faceta de resurgimiento de la gloria, de cómo el barroco la transforma en el exceso y la opulencia del pueblo, de cómo el neoclasicismo trata de convencer a la población de la cultura y la ilustración, y de cómo el postmodernismo convierte estandarte de la mediatización del modernismo. El clásico solo nos enseña algo: divide y vencerás. No es necesario morir defendiendo una corriente para que se salve y que dure mil años.
Es imposible.
Y Philip Johnson y Robert Venturi avisaron: Johnson con su cambiante postura y Venturi al afirmar que el postmodernismo no le importa ser efímero.No es de escandalizar el afirmar que el modernismo también padece este transcurso. La utópica francesa intentó simplificar la forma hacia la geometría básica, pero debido a la carencia de hechos sociales de la época, quedo estancada en un intento fallido: la revolución francesa no fue para Boulleé y Ledoux, ya que al poco tiempo surge Napoleón Bonaparte como emperador de Francia.
El art Noveau que plantea Charles Mackintosh, seguido por la sencillez de Adolf Loos llegan a manos de Le Corbusier y Mies, para luego heredarlo Foster, Rogers y Piano mediante el uso de la tecnología como factor evolutivo del modernismo.Es entonces que surge una hipótesis acerca del evidente curso de las corrientes arquitectónicas, de las cuales depende el transcurso del espacio y el tiempo. Si del clasicismo, así como del modernismo nacen nuevas corrientes, no es porque su estética cautiva sino porque es el tiempo que la reproduce, simplemente cambiando los paradigmas: es como tener el mismo libro, solo que conservo las páginas y reescribo las pastas.En concordancia con lo dicho, es posible afirmar que toda teoría arquitectónica posee un elemento de rastro o vestigio que perdura en el tiempo y que por lo general degenera en lo estético. El tiempo es verdadero, es matemático y absoluto; fluye de una manera ecuable y sin relación alguna con nada externo, el tiempo es a si mismo la retórica del movimiento arquitectónico, básica y estable.
¿Entonces que pasa con el espacio? El espacio, de por si solo no es espacio ya que debe ser contenido (esto lo veremos más adelante), y este mismo hecho hace que se generen dos vistas del mismo: el objeto se desenvuelve en el espacio absoluto (sin relación alguna con nada externo, permanece siempre similar e inamovible) o en el espacio relativo (que nuestros sentidos determinan de acuerdo con su posición con respecto a los cuerpos y que por lo común se toma como espacio inamovible); entonces nada es posible delimitarlo como espacio, siempre y cuando se fusione con un factor más de la relatividad y es lo que hace que el diseñador junto a su retórica, parta hacia una nueva praxis: el lugar. Lugar es la parte del espacio que un objeto ocupa, y de acuerdo con el espacio puede ser absoluto o relativo. De ser así el tiempo+lugar forjan la condición poética del artista, su calidad e influencias personales, que junto a la retórica existente y modificada solo por la suma de lugar+tiempo+espacio, crean las bases de una nueva teoría.Ante ello el estado cambiante de la arquitectura la da el mismo arquitecto que interpreta lo estático y lo duradero, imbuyéndolo en su teoría y praxis a manera de movimiento, que sea absoluto o relativo, determina el fin de la corriente; su lógica, es entonces el factor determinante en el éxito, pues los tiempos y los espacios son, como si dijéramos, los lugares tanto de sí mismos como de todas las demás cosas.
El evento transforma y conlleva a la arquitectura en una resultante en la que todo sistema de referencia actual es un factor modificante en el futuro estilístico.