La historia está llena de edificaciones que prometieron revolucionar el mundo... y acabaron en el olvido. Proyectos colosales, monumentos desmesurados y delirantes visiones arquitectónicas que, por falta de fondos, guerras, dictaduras o simplemente porque la física existe, jamás se materializaron. Algunos quedaron en cimientos, otros ni siquiera pasaron del papel, pero todos comparten algo: el potencial de haber sido icónicos.
Aquí va la segunda parte de ranking de los gigantes que nunca fueron, los rascacielos imaginarios y las megalomanías frustradas.
「10/10」The Walking City, Londres, 1964.
Ron Herron, cerebro de Archigram, ideó una metrópoli con edificios que caminaban como si tuvieran vida propia. Imaginaba estructuras modulares con sistemas hidráulicos y actuadores neumáticos para que se desplazaran por las calles de Londres, sorteando el tráfico en tiempo real. La idea no incluía enchufes gigantes para recargarse en movimiento, pero el caos vial londinense y la falta de infraestructuras adaptadas hicieron que sus robots-edificios se quedaran en el papel. Hoy, The Walking City es un delirante recordatorio de cómo la arquitectura futurista puede quedarse atrapada en un sueño robótico sin batería.
「9/10」Elefante de la Bastilla, París, 1793.
Napoleón, siempre buscando impresionar, mandó a erigir una fuente monumental coronada por un elefante majestuoso. Se suponía que este coloso, diseñado (o quizá garabateado) por algún ingeniero anónimo de la época, incorporaría cañerías y un sistema hidráulico avanzado para rociar agua a lo grande. Pero el “armazón” de yeso que levantaron carecía de la solidez del bronce y pronto se convirtió en nido de ratas. Para 1846, el elefante ratero fue derribado, dejando solo anécdotas y su silueta fantasmal en las páginas de Los Miserables, como prueba de un proyecto de grandilocuencia frustrada.
「8/10」Torre de Tatlin, San Petersburgo, 1919.
Vladimir Tatlin soñó con un rascacielos espiral de unos 400 metros, destinado a ser la sede de la Internacional Comunista. Su diseño revolucionario incluía estructuras metálicas y paneles de vidrio que girarían en torno a un eje central, casi como un remolino urbano. Pero en la posguerra, la escasez de acero y los recortes presupuestarios obligaron a relegar el proyecto a meros bocetos en papel. La torre, tan ambiciosa que hasta el sentido común le daba vueltas, terminó siendo aplazada en favor de prioridades más terrenales… como, ya saben, alimentarse.
「7/10」Atlantropa, 1928.
El ingeniero alemán Herman Sörgel propuso una epopeya hidráulica: represar el Mediterráneo con una presa colosal en el estrecho de Gibraltar. La idea era bajar el nivel del mar, unir Europa y África y, de paso, ganar tierra extra para la agricultura, todo con tecnología de punta, incluyendo turbinas hidráulicas de última generación. Pero el proyecto, repleto de cálculos hidrodinámicos y planos en AutoCAD (o sus predecesores analógicos), chocó con sequías, un caos ecológico imprevisto y la dura realidad de naciones poco dispuestas a transformar Italia en un desierto de película de ciencia ficción.
「6/10」Bangkok Hyperbuilding, Tailandia, 1996.
El prodigioso Rem Koolhaas y su equipo de OMA propusieron un rascacielos de 500 metros que funcionaría como ciudad vertical, integrando viviendas, oficinas y hasta parques, todo en un coloso de vidrio y acero. Con avanzados sistemas de climatización y elevadores hipersónicos (al menos en teoría), el proyecto pretendía eliminar el temido tráfico de Bangkok. Pero la ingeniería de evacución, el temor a vivir en lo que parecía una “jenga” gigante y la reticencia de 120.000 futuros residentes a habitar una torre de ciencia ficción, dejaron este hyperbuilding como otro sueño audaz que nunca dejó de ser un render.
「5/10」Palacio Legislativo de México, 1910.
Porfirio Díaz, con la ambición de reflejar la grandeza de su régimen, encargó un Capitolio monumental a manos del arquitecto italiano Adamo Boari, famoso por su visión neoclásica. El diseño contemplaba imponentes columnas, una cúpula majestuosa y una rica ornamentación digna de un palacio de ensueño. Sin embargo, la Revolución Mexicana cambió las reglas del juego: la construcción se paralizó, y lo que empezó como un templo del poder legislativo terminó siendo reorientado hacia el Monumento a la Revolución. La águila, ese símbolo imperial, encontró su destino final en el Monumento a la Raza, sellando el destino de un proyecto que se quedó a medias por la fuerza de la historia.
「4/10」Domo sobre Manhattan, 1960.
Buckminster Fuller, con su inigualable optimismo geodésico, propuso cubrir Manhattan con una cúpula futurista hecha de una red de acero ligero y paneles de policarbonato. La idea era regular el microclima de la ciudad y protegerla de los extremos, como si se tratara de una gigantesca pecera urbana. Los cálculos estructurales prometían eficiencia energética y control climático, pero el proyecto enfrentó problemas técnicos y financieros mayúsculos. Además, la idea de vivir bajo un “domo acuático” provocó que la opinión pública, y la falta de fondos, hicieran que este colosal experimento se quedara en la carpeta de ideas descabelladas, a excepción de una broma ocasional en Springfield.
「3/10」Torre Maharishi para la Paz Mundial, Sao Paulo, Brasil, 2004.
En un giro inesperado del pensamiento utópico, un grupo de diseñadores inspirados en el Movimiento Maharishi, con asesoría de expertos en bienestar urbano, propuso una torre de 508 metros dedicada a la meditación y la paz global. Con sistemas de amortiguación sísmica, paneles solares integrados y cápsulas de meditación en cada nivel, el diseño prometía un refugio espiritual de alta tecnología. Sin embargo, el elevado costo estimado, que superaba cómodamente los mil millones de dólares, y el temor a un impacto negativo en la densidad habitacional de Sao Paulo, convirtieron a la torre en una idea zen que, aunque inspiradora, nunca encontró la armonía necesaria para despegar.
「2/10」Palacio Real de la Acrópolis, Atenas, 1830.
El renombrado arquitecto prusiano Friedrich Schinkel fue convocado por el rey Otto de Baviera para diseñar un palacio real de ensueño, enclavado alrededor de la mítica Acrópolis, en una Grecia recién independizada. Su propuesta neoclásica incluía columnas dóricas, cúpulas resplandecientes y la utilización magistral del mármol local, con detalles ornamentales que pretendían fusionar el pasado glorioso con el futuro monárquico. Pero la ambición superó a los recursos: la economía griega, aún en pañales tras la independencia, no pudo sufragar semejante derroche. Así, el palacio quedó en planos y maquetas, un recordatorio satírico de que, a veces, la inspiración arquitectónica choca con la cruda realidad financiera.
「1/10」Plan Voisin, París, 1925.
Le Corbusier, siempre el revolucionario, propuso demoler 40 hectáreas del centro histórico de París para levantar 18 bloques residenciales de 180 metros de altura, conectados por autopistas y espacios verdes, en un intento por reordenar la caótica urbe. Con cálculos estructurales meticulosos y la promesa de una modernidad inquebrantable, el plan se presentaba como el futuro del urbanismo, patrocinado por magnates del automóvil y visionarios del asfalto. Sin embargo, la idea de borrar siglos de historia y sacrificar la identidad cultural de París encendió la mecha de la oposición. Bastó mencionar el derrumbe inminente de 40 hectáreas de edificios históricos para que el proyecto se convirtiera en el LEGO francés de los sueños modernos, condenado por el fervor de los preservacionistas y el sentimentalismo parisino.