En 2017, una artista toma las selfies de turistas hechas en el Monumento de los Judíos Asesinados y las traslada a imágenes de campos de concentración para hacer denuncia del irrespeto con este memorial. “Yolocaust” de Shahak Shapira fue un trabajo que se volvió viral en cuestión de horas, al punto que su autora tuvo que bajar y eliminar las imágenes de su pagina web apenas una semana después de hacer el trabajo por tomar fotografías sin permiso.
Pero, ¿por qué es tan puntual este caso?
Ubicado en Berlín, el Monumento de los Judíos Asesinados fue inaugurado el 10 de mayo del 2005 a sesenta años del final de la Segunda Guerra Mundial. El monumento diseñado por Peter Eisenman -y con previa colaboración de Richard Sierra quien se desligó del proyecto-, consta de 2711 bloques de concreto dispuestos sobre una superficie ondulante que a medida que el espectador entra en él, dicha superficie se empieza a hundir creando la sensación de desorientación y encierro.
Una de las características de este monumento es que tiene ninguna inscripción, ningún nombre, ni siquiera se menciona la palabra holocausto en él. De hecho dista de las anteriores propuestas de Simon Ungers (1994) y Christina Jacob-Marks (1994) donde incluían desde perforaciones con los nombres de los campos de exterminio o los nombres de las víctimas y que a pesar de recibir aprobación, fueron desestimadas al final.
En el diseño final —evolucionado de uno previo planteado con el artista Richard Sierra—, Eisenman quería que el monumento tan abstracto que su apropiación fuera libre. En una entrevista realizada a Spiegel en mayo del 2005, Eisenman dice que su proyecto está entregado al cliente, el pueblo alemán, que este puede hacer lo que quiera con él. Precisamente en su conceptualización, hace que el proyecto sea lo suficientemente abstracto para que la ciudad se apropie de él.
Es más, cito textualmente:
“No puedes decirles qué hacer con él. Si quieren derribar las piedras mañana, honestamente, está bien. La gente va a hacer un picnic. Los niños jugarán. Allí habrán modelos haciendo sesiones de fotos y también se rodarán películas.”
Incluso estuvo en contra de la utilización de una pintura anti-graffiti (cuyo escándalo casi paraliza el proyecto debido a que la empresa que la fabrica tenía pasado con la creación del Zyklon-B, usados en las cámaras de gas), porque para Eisenman esto hacía parte del diálogo del monumento con la ciudad: si se hace una esvástica, es reflejo de lo que piensa la gente y si dura mucho tiempo ahí, es un reflejo de lo que piensa el gobierno de dicha gente.
Y es que el arquitecto y el diseñador no considera este memorial cómo un lugar sagrado. No lo hace porque nadie murió en dicho lugar, cómo si podría serlo un campo de concentración y/o extermino. Bajo su punto de vista, tanto la modelo que se toma selfies, el que hace picnic o el niño saltando entre los bloques de concreto hacen tan buen uso del mismo como el trabajo “Yolocaust” de Shahak Shapira que tomó las selfies de turistas para hacer su denunciasobre el mal uso del lugar. Todas las imágenes estaban en cuentas públicas de redes sociales y no buscó el permiso de ninguno de los titulares de la cuenta. En la parte inferior del sitio hay una dirección de correo electrónico - "undouche.me@yolocaust.de" - para solicitar que se elimine una imagen. "Supongo que ese es mi compromiso", dijo el Sr. Shapira. Eisenman hizo una clara distinción entre el monumento conmemorativo de Berlín y los lugares de enterramiento como Auschwitz diferenciándolos en que son dos cosas diferentes. Bajo su memorial no hay personas muertas.
“Pero poner esos cuerpos allí, en las fotos, es un poco demasiado si me preguntas. No es un cementerio, no hay gente debajo", dijo a la BBC en su momento.