Macao, la ciudad distópica

Al otro lado del mundo existe un renglón de la historia que habla de una ciudad distópica, cyberpunk, ensimismada que fusiona en un diminuto espacio oriente y occidente; pasado y futuro; excesos y frugalidad.

Al otro lado del mundo queda un renglón de la historia que ha sido escrito con dejadez sobre el papel: Macao.




Macao era uno de esos rincones del mundo que despertaba mi curiosidad, pero como en la mayoría de mis viajes, no tenía expectativas. Había pospuesto su visita durante mucho tiempo, como una de esas cosas pendientes que nunca llegas a realizar y que anhelas una vez estás lejos.He llegado a ella en medio de la noche, siendo abrumado por la copiosa cantidad de luces de neón y edificios extraños que desdibujan cualquier pasado colonial del que se presume en postales.


Conocía su pasado nostálgico; había sido una colonia portuguesa olvidada, abandonada en medio del mar después de un escueto acuerdo del Tratado de Tordesillas. Portugal, el antiguo imperio marítimo la tuvo durante siglos, como un importante puerto comercial y punto de encuentro entre Oriente y Occidente. Los portugueses llegaron en el siglo XVI y establecieron una colonia que se convirtió en un próspero centro comercial.Y es aquí donde al primer rayo de sol, se revela este pasado.



No es para nada extraño entonces que debido a su pasado colonial, encuentre en ella rasgos familiares. El empedrado portugués, característico de Lisboa o Rio emerge en sus calles durante el día reconectando Macao con sus hermanos al otro lado del mundo.Este legado colonial ha impregnado las venas de este "microestado" con la sensación más cercana a vivir en un futuro retro del que apenas se ha hablado. Un futuro que parece sacado de la imaginación, de la ficción y la extraterritorialidad.


Comida que se siente de aquí y de allá.

Calles que se recorren de aquí y de allá.

Rezos que se elevan como aquí y allá.

Sientes que aquí convergen las mismas leyendas que se entretejieron en las playas de Copacabana o en los puertos de Oporto, pero comprendes que estás a miles de kilómetros de distancia.




Al mismo tiempo, se erigen horizontes de un futuro consumista y artificial sobre los cables y el óxido de una ciudad decadente y marginada. El escaso suelo de la isla y el estancamiento provocado en el siglo XX, hicieron que Macao se transtornara. Portugal, un país que ha pasado a la jubilación ante nuestros ojos, olvidó a Macao hasta el punto en que sus habitantes sintieron alivio ante la reunificación.En 1999, tras 442 años de dominio portugués, Macao fue devuelto a China y se convirtió en una región administrativa especial con un alto grado de autonomía, conservando su sistema legal, monetario y fronterizo por al menos 50 años bajo el principio "un país, dos sistemas".

Entre tanto, Macao no deja de ser un particular territorio dentro de nuestro planeta, donde se ensaya ante un lienzo postcolonial, nuevas formas de urbanización y de ciudad. La economía de Macao ha experimentado un rápido crecimiento impulsado principalmente por el turismo y la industria del juego.Esto ha deformado por completo la estructura heredada de este pequeño puerto, al volverla el nuevo ensayo y error post-venturiano.Y esa es la magia de Macao.



No es ser la ciudad más tradicional, ni ser una copia escueta de occidente. Macao es un microcosmos marcado por el colonialismo, las injerencias, las tradiciones residuales y los futuros distópicos.

Porque, en cierto sentido, el mundo es esto. Un revoltijo de intenciones, aciertos y errores. No es más que el residuo de otros tiempos y la apuesta hacia los nuevos. Macao está detrás del mundo, y al mismo tiempo, se sitúa en la vanguardia de la nostalgia que nos aguarda.