¿Has escuchado hablar de The Brutalist? Esta fascinante película de ficción narra la historia de László Tóth, un arquitecto húngaro que emigra a Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial en busca de un nuevo comienzo. Su vida da un giro inesperado cuando es comisionado para diseñar el Instituto Van Buren, un edificio cargado de simbolismo, complejidad y un diseño tan particular que se convierte en el alma de la película.
Pero aquí va un dato curioso: ¿sabías que el Instituto Van Buren, aunque ficticio, puede recrearse en algunas obras brutalistas alrededor del mundo? Esto no solo eleva la narrativa visual de la película, sino que también la convierte en un homenaje único al brutalismo y a la arquitectura como reflejo del alma humana.
La historia de The Brutalist navega por tres ejes principales: la lucha por la integridad artística, el impacto imborrable del trauma pasado y las complejidades de construir una identidad en un nuevo mundo. A través del encargo de diseñar el Instituto Van Buren, un complejo arquitectónico de cuatro programas financiado por un millonario en Doylestown, Tóth se enfrenta a su propio reflejo en cada elemento del diseño.
El Instituto Van Buren no es un simple edificio. Es un palimpsesto arquitectónico que integra referencias a obras icónicas. Por ejemplo, su diseño está profundamente influenciado por tres estructuras clave: la Iglesia Johannes XXIII de Heinz Buchmann y Josef Rikus en Colonia, que combina espiritualidad con brutalismo; el Palacio Stoclet de Josef Hoffmann, una joya del art nouveau adornada con mosaicos de Gustav Klimt; y el Museo Whitney de Marcel Breuer, símbolo del brutalismo estadounidense. Estas influencias se amalgaman para crear un espacio que trasciende lo físico y se convierte en un escenario de emociones humanas y aspiraciones artísticas.
Uno de los elementos más impactantes del Instituto Van Buren es su torre central, cuyo interior es un espejo de la Catedral de Argel en Argelia. Esta obra maestra combina arquitectura moderna con tradición islámica, con líneas geométricas que parecen suspenderse en el tiempo. Diseñada por el arquitecto Paul Herbé y finalizada en 1956, esta catedral rompe con la estética gótica tradicional de muchas iglesias europeas y adopta un diseño vanguardista que la hace única en su contexto. Su forma distintiva está inspirada en una tienda de campaña bereber, lo que refleja una fusión entre la arquitectura moderna y la identidad cultural argelina.
En su exterior, la torre del Instituto revela otra historia: su estructura genera, en negativo, la forma de una cruz, evocando el diseño del Monumento a la Bandera y Defensores de Stara Zagora, un homenaje brutalista a los héroes de la Guerra de Liberación que genera el mismo efecto. Fue inaugurado en 1977 para conmemorar la heroica resistencia de los soldados rusos y búlgaros durante la Guerra Ruso-Turca de 1877-1878, un conflicto clave para la liberación de Bulgaria del dominio otomano. Consiste en varias torres verticales que, al ser observadas desde ciertos ángulos, generan un vacío en forma de cruz.
Otro espacio destacado del edificio es su sala hipóstila, similar al sistema de desagües de Tokio MAOUDC (Metropolitan Area Outer Underground Discharge Channel) es una de las infraestructuras subterráneas más impresionantes del mundo. Ubicado en la ciudad de Kasukabe, en la prefectura de Saitama, este gigantesco sistema de drenaje fue construido para proteger a Tokio y sus alrededores de inundaciones causadas por tifones y lluvias torrenciales. Se trata del mayor sistema de drenaje subterráneo del mundo, con una extensión de 6,3 km y una profundidad de 50 metros. Su elemento más icónico es la cámara de regulación, un espacio subterráneo de 177 metros de largo, 78 metros de ancho y 18 metros de alto, sostenido por 59 enormes pilares de hormigón, lo que le ha valido el apodo de la "Catedral de las Tormentas".
La aproximación al edificio en su ubicación elevada recuerda a la emblemática Notre Dame du Haut de Le Corbusier en Ronchamp, famosa por sus formas curvas y su innovador uso de la luz. Construida entre 1953 y 1955, esta pequeña capilla de peregrinación rompe con la tradición arquitectónica eclesiástica y es considerada una de las joyas del movimiento moderno.
El altar del Instituto Van Buren parece un eco directo del altar de esta capilla, enriquecido con mármol de Carrara, que (sin entrar en spoilers) se convierte en un elemento central en la trama. Este detalle recuerda al altar del Monumento de las Tres Generaciones en Perushtitsa, Bulgaria, que rinde homenaje al soldado desconocido y sus ancestros. Fue construido en 1976 durante la era comunista como parte de un movimiento de monumentalismo socialista que buscaba conmemorar la lucha del pueblo búlgaro por la libertad y la independencia. En su base se encuentra un altar de mármol blanco de Carrara, que recuerda a las tumbas simbólicas de los caídos en batalla. Este altar evoca la memoria de los héroes de la Insurrección de abril de 1876, la Segunda Guerra Mundial y la lucha socialista.
El clímax de la película se desarrolla en el corazón del edificio: un espacio diseñado por Tóth donde la luz del sol proyecta una cruz luminosa sobre el mármol. Este detalle es un guiño innegable a la Iglesia de la Luz de Tadao Ando y su magistral capacidad de usar la luz como elemento espiritual. También remite al diseño del Museo SAN, que juega con la interacción entre la naturaleza y la arquitectura.
En su conjunto, The Brutalist es más que una película. Es un homenaje al brutalismo como estilo arquitectónico y como símbolo de la lucha humana. A través de la crudeza del concreto y la desnudez de sus formas, el director Brady Corbet explora el sufrimiento y la resiliencia. En un momento en que el brutalismo es a menudo rechazado, la película lo reivindica como un testimonio de resistencia, encapsulando las luchas de un inmigrante al que el sueño americano le escupe en la cara.