Patrimonio antes del patrimonio: la historia rara de Villa Savoye

Esta que ven en la foto, es una de las casas más importantes de la historia. Una casa que -a pesar de las apariencias-, tiene una historia triste de desprecio. Lo que vemos hoy es el espejismo de una ruina, un verdadero muerto viviente.


Bienvenidos a Poissy, un suburbio de la ciudad de París.

Aquí en un solar no muy lejos del centro, un arquitecto llamado Le Corbusier le entregaba a la acomodada familia Savoye, uno de los encargos más famosos de la historia de la arquitectura:

La Villa Savoye.

Y me dirán: "oye Dan, pero es que esta casa no tiene nada que no vea ahora en la calle". Bueno, es que esa es precisamente su magia: esta casa tiene cien años de edad. O mejor, cien años de soledad. Hace cien años, Le Corbusier se transplanta aquí sus ideas:

Piensa que la arquitectura necesita renovarse. Crea un sistema de cinco puntos en los que indica que una obra debe liberarse del suelo, liberar su fachada de la estructura, tener interiores libres, ventanas enormes y largas que traigan el paisaje y una terraza plana como jardín.



Ideas que venían en su cabeza desde sus viajes por el mundo, en particular aquél que hace al Valle del Mzab donde alucina con la forma en la que los techos son usados como terrazas, en especial en la mezquita El-Ateuf.

En 1932, le entrega a los Savoye su nueva casa libre y suelta en su paisaje, como si acabara de aterrizar.

Una casa tan funcional que es definida como una máquina para vivir, donde su primera planta se libera completamente y hasta tiene una curva que guía al vehículo a girar. En el segundo piso, es donde pone todo lo necesario para vivir. Dispone la casa en dos mitades, una pública con terraza y una privada con las habitaciones, cocina, sala y baño.

Y qué baño. Aquí dice que un baño, más que un lugar de trámite, también puede ser un área de ocio.




Todo con una extremada atención al detalle. Por fin, en 1930, los Savoye se mudaron a su máquina para vivir en las afueras de París. Entonces llegaron las estaciones y Madame Savoye, se va a uno de los escritorios diseñados por el arquitecto y le escribe una carta:

"Está lloviendo en el pasillo, está lloviendo en la rampa y la pared del garaje está absolutamente empapada [....] todavía está lloviendo en mi baño, que inunda con mal tiempo, ya que el agua entra por la claraboya. Las paredes del jardinero también están mojadas."

Durante la construcción, el contratista afirmó haber advertido que tal diseño causaría problemas y se negó a asumir la responsabilidad. La casa entonces se volvió "fría y húmeda" y sujeta a una "pérda sustancial de calor debido a un gran acristalamiento" debido a su diseño.

Pues la familia se estaba volviendo loca. Madame Savoye afirmó que su hijo Roger estaba teniendo enfermedades por el excesivo acristalamiento. Le escribió nuevamente al arquitecto en 1935 y esto hace eco hasta en la Revista Time.

Dos años después, se hartó:

"Después de innumerables demandas, finalmente has aceptado que esta casa que construiste en 1929 es inhabitable. Por favor, hágala habitable inmediatamente. Espero sinceramente no tener que recurrir a acciones legales."

Ya estaba amenazando con abogados.

Estalla la Segunda Guerra Mundial. Las tropas nazi entran a Francia y los Savoye se ven obligados a vaciar parcialmente su dolor de cabeza llamado “casa” y dejarla en completo silencio dejando todo atrás. Solamente duró diez conflictivos años habitada.




¿Y qué sucedió?

La villa fue ocupada por las tropas alemanas y luego estadounidenses. Fue saqueada y deteriorada y dejada en completa ruina. Al acabar la guerra, la familia se ve en la "difícil decisión" de restaurar la casa por una suma cercana a los 80.000. "Difícil" porque evidentemente Madame Savoye estaba tan harta de su casa que dijo: no.

En los años siguientes, la villa vacía continuó deteriorándose. Llego incluso a ser un depósito de heno y la ciudad de Poissy intentó sin éxito expropiar el edificio para demolerlo y expandir una escuela cercana.

Estamos hablando que la casa más importante de la arquitectura del siglo XX fue un espacio para practicar urbex en los años cincuenta.

Urbex. 🤓



Un edificio abandonado, a su suerte, donde pillos y exploradores entraban a explorar lo poco que quedaba,

Bernard Tschumi escribe en 1976 su visita a la casa, realizada en 1965. La recuerda como un antro que apestaba a orina, graffitis obsenos y mierda de animales. Entonces nace una campaña internacional donde la casa se vende como un importante hito en la arquitectura, cuyo valor merece ser preservado. Eso la hizo el primer edificio moderno que se añadió al registro francés de monumentos históricos en 1965.

¿Quién impulsa la campaña? Este simpático ser, este arquitecto nudista* llamado Le Corbusier. Su mismo autor.

No fue hasta 1985 que el trabajo comenzó una renovación completa, con la restauración de muchas de sus características originales, trabajo que se completó en 1997.

La casa renace. Un otrora punto de urbex, que para los exploradores de los años cincuenta les debía parecer alucinante poder meterse, pudo pulirse y volver "a la vida". Entre comillas porque la casa no volvió a ser habitada jamás. Podría ser perfectamente, una casa zombie.






Año tras año, arquitectos de todas partes del mundo vienen hasta acá siendo pocos los que son concientes que están visitando una ruina rescatada. Villa Savoye es el perfecto ejemplo de porqué registrar y hablar de los edificios abandonados es tan importante para nuestra historia.

En gran parte porque un edificio abandonado es, finalmente, patrimonio antes de ser patrimonio. Villa Savoye, una casa que en sus casi cien años de vida permaneció la mitad en abandono y solamente diez siendo habitada, apenas se inmuta en el paisaje.

Terminando por ser, lo que fue planeada desde el comienzo: una máquina para vivir. Una casa cuya excusa fue algún día tener residentes, pero terminando siendo un objeto ajeno a su realidad. Una ruina al que le esperan, posiblemente, otros cien años de soledad.