¿Qué planes tienes para el 2037?


Bienvenidos al Museo de Pérgamo. Bueno, no tanto. Hoy 23 de octubre del 2023, el Museo de Pérgamo ha cerrado sus puertas y se abrirán hasta el año 2037. En mi caso. que no se qué haré mañana y menos en catorce años, he ido antes de su cierre directamente a Berlín para ver el porqué es tan importante este "museo de museos".

Y he traído esta visita.


¿Pero, por qué la prisa? Porque el Museo de Pérgamo no es un espacio cualquiera. Es un museo concebido para albergar no solo objetos, sino para albergar edificios enteros. Es un museo de edificios. Y un museo de museos. Pero eh eh eh, no vayamos tan rápido. Vamos con calma.

Sabiendo que el cierre era inminente, decidí viajar a Berlín para visitarlo (porque si no tengo idea qué comeré mañana, menos que haré en el 2037). La primera idea de lo que será en el futuro es ingresar por la nueva Galería James Simon, que lo articula con el Neues Museum.

El Pérgamo es faraónico. Creado entre 1910 y 1930, su propósito fue crear un espacio protegido para albergar los tesoros artísticos y arqueológicos que se estaban excavando en sitios como Iraq o la actual Turquía que no cabían en otros museos. Por eso se subdivide en tres:

1. Museo de Oriente Próximo. 2. Museo de Arte Islámico. 3. Colección de Antigüedades, que es la bobadita de enormes salas con edificios enteros traidos/reconstruidos desde las excavaciones arqueológicas. Es por eso que es tan enorme. Es como una matrioska rusa.

La primera parte, es el Museo de Oriente Próximo, fruto de las excavaciones realizadas en Babilonia, Nínrud, Nínive, Susa, Persépolis, Uruk o Assur. Resalto la Estela de Kilamuwa que tiene inscripciones fenicias, escritas en una forma de arameo antiguo del alfabeto fenicio.


Desde representaciones humanas, hasta escritura cuneiforme, las salas contienen desde pequeñas piezas extraídas de las excavaciones de Uruk (actual Iraq), hasta partes del frente del templo de Inanna. Es notable que en el Pérgamo, la cosa es de escalas.

Sin embargo, es donde se notan los primeros síntomas que el museo necesita atención: la museología se siente anticuada. Por ejemplo, las proyecciones de show luces sobre las estelas y estatuas, rayan con la nueva sobriedad de su vecino el Neues, recién rehabilitado.

Todo se olvida rápido cuando entras aquí: para mostrarte como es la Puerta de Ishtar, primero el Museo del Pérgamo reconstruye a escala 1:1 el camino procesional de Babilonia, con las piezas de las excavaciones de 1902 a 1914. La idea es prepararte para el golpe.

La Puerta de Ishtar de Babilonia. Con 15 metros de altura por 24,5 de ancho, no cabe en ninguna foto. Ubicada al norte de la ciudad, fue una de las 8 puertas monumentales de la muralla interior de Babilonia, a través de la cual se accedía al templo de Marduk.

La sensación de estar al frente de este edificio (que vale aclarar, en sí es el recubrimiento del mismo) no deja de empujar tu mente al cómo sería estar en Babilonia en el 575 a.c cuando Nabucodonosor II la construyó. Pero una duda me salta y la confirmo en la siguiente sala:



Bienvenidos a las Colecciones Antiguas. Puerta del Mercado de Mileto. Durante las excavaciones en Mileto desde 1899 hasta 1911, se le presentó al emperador Guillermo II las posibles reconstrucciones y quedó tan impresionado que ordenó reconstruirlo como "telón de teatro" aquí.

Para su reconstrucción se utilizaron materiales modernos y en gran parte, al punto que el Pérgamo fue criticado entre 1920 y 1930. Incluso, sufrió por los bombardeos en la Segunda Guerra Mundial porque, es que estamos hablando de un edificio entero dentro de un museo. Pero es que los edificios no se comportan como los objetos. Un edificio tiene una implantación en la ciudad, una asoleación, una ubicación en una colina/valle/esquina/remate de calle. Una contexto urbano. Aquí sin embargo, no lo hay.

Y que mejor ejemplo de ello que la joya de la corona: El Altar del Pérgamo, la razón de existencia de este lugar. Esta sala (cerrada al público desde 2016, por eso no pude entrar) alberga un pedazo frontal del edificio original, reduciendo a objeto un edificio entero.

De Lestat (Jan Mehlich) - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=3099513


El Altar del Pérgamo llegó a Berlín en 1897 por un acuerdo de Alemania con el Imperio Otomano para salvaguardarlo, ya que los excavadores veían que los habitantes locales de Bergama estaban usando el altar y otras ruinas sobre el suelo como cantera.

"No somos insensibles a lo que significa eliminar los restos de un gran monumento de su ubicación original y llevarlos a un lugar donde nunca más podamos proporcionar la iluminación y el entorno en el que fueron creados." Alexander Conze, director de la colección de esculturas.

Me crea un juego de balanza como espectador: ¿Es la función de este lugar salvaguardar lugares de la destrucción? ¿Fue la WWII una garantía de ello? ¿Vale la pena transplantar edificios enteros de su lugar? Finalmente, entramos al Museo de Arte Islámico.

Y es que aquí hay dos espacios que reiteran las mismas preguntas. El primero, la Sala de Aleppo, Siria. Creada en el siglo XVII y vendida por la familia Wakil a Mary Koch en 1912, está ricamente decoradas con representaciones cristianas en estilo otomano.

Y el segundo, la Cúpula del Partal de la Alhambra de Granada. En 1891, Arthur von Gwinner donó al Palacio del Partal a la ciudad de Granada, a cambio de desmontar la cúpula de madera de la Torre de las Damas, y trasladarla hasta Berlín. El museo la compró en 1978.

Tal cual como es la polémica en Grecia con los mármoles de Elgin en Londres, se sirve la polémica misma de cual es el lugar correcto donde estos edificios o espacios deberían estar. Aleppo, por ejemplo, fue fuertemente destruida en la Guerra de Siria pero la misma Berlín fue bombardeada en 1945. Es decir, no existe la garantía extraordinaria que estos objetos serán preservados. Ante la hipótesis de regresar estos edificios a su lugar original, se ve imposible por muchos museólogos el mover estos volúmenes de forma segura y se ciñe todo a que la existencia misma del Pérgamo como su caja de seguridad.

El edificio (que no se ha remodelado desde en 1930) necesita cambiar desde sus tuberías, pasando por sus techos carcomidos y sucios hasta su misma museología. Por eso toca esperar desde hoy, y hasta dentro de catorce años, si es que nada extraordinario ocurre.