Una ciudad socialista.
Existe en Francia una ciudad que es enteramente socialista. Se desarrolló a una velocidad tal que la sociedad de la época quedó abrumada y utilizó como arma social nada más y nada menos que la arquitectura.
Estoy seguro que nunca la has oído, así que vamos a conocer Villeurbanne.
Villeurbanne, 1924.
Al costado de Lyon existe un suburbio que era poco más que pastizales y granjas. Aunque su nombre venía desde las épocas romanas, era un lugar apenas desarrollado donde vivían unas 3000 personas. Entonces, su alcalde Lazare Goujon tuvo una visión.
"Necesitamos una ciudad socialista para todos". Viendo que la industria textil crecía y que inmigrantes de todas partes llegaban, decidió entonces transformar este pastizal en una ciudad.
En tres años.
Sí, en este punto están leyendo y pensando, ¿pero como es que nunca he sabido de una ciudad llamada Villeurbanne? Y es que, es una ciudad entre todo lo que cabe, escondida. Si ponemos en un mapa a Lyon, veremos una gran ciudad, pero en realidad hay dos.
La diferencia entre ambas es imperceptible, de hecho, la única forma de notarlo es cuando uno pasa una calle y cambia el nombre. Y sí, a nombres y fechas socialistas. Cours Lafayette de repente se vuelve Cours Leon Tolstoi. Sabes entonces que estás entrando a Villeurbanne.
Al pasar de comunidad rural a ciudad industrial y al llegar inmigrantes de países tan lejanos como Chile, Villeurbanne pasó de 3.000 habitantes en 1928 a 82.000 en 1931. Entonces el alcalde decide poner a prueba las tesis socialistas y crear una ciudad para y por el obrero.
¿El problema? El tiempo. Una ciudad donde miles de personas llegan cada mes y tienes una bomba a punto de estallar. La elección será construir un nuevo centro urbano, en torno a viviendas sociales en rascacielos. "¿Rascacielos, en una granja?", se preguntaba la socialité.
"Villeurbanne, de petite pomme de terre environnante, veut se hausser au rang du rôti central!", queriendo decir que un plato de segunda ahora quería ser banquete. Al alcalde le importaba poco. Tenía que construir su utopía socialista y se la encargó a Môrice Leroux.
Leroux decide planear esta ciudad socialista en base a un precepto: la arquitectura debe generar acción social desde la cultura. El teatro, como templo secular, centro de actividad intelectual, artística y moral, es indispensable para el desarrollo democrático de la ciudad.
Pero el eje rector del poder popular era un edificio hecho para hacerle frente a Lyon: el ayuntamiento. Un enorme campanario de 65 metros de altura salta por el aire para para afirmar el poder civil sobre el del poder religioso. Dos meses y medio duraron construyéndolo.
La gran manifestación de este edificio era crear un palacio y templo para dignificar al pueblo. Aquí te vas a sentir igual así seas carnicero, profesor, granjero o panadero. Está creado para dignificar al obrero, nacido en la ciudad o inmigrante recién llegado a ella.
¿Ustedes se pueden imaginar cómo se sentiría un lionés tradicionalista "de toda la vida" al ver que en dos meses los socialistas les han plantado esto, en toda la cara? Ya no son plato de segunda mesa.
Pero Villeurbanne iba por más. ¿Donde más meter y poner a todos los inmigrantes de la ciudad? Pues en vivienda social. Pero no en cualquier lado, Leroux decide a través del art deco, plantarse de cara contra Francia: rascacielos. Los rascacielos adoptan una forma en “redet”, donde el edificio al ganar cierta altura se retrae para crear un patio y ayudar a la ventilación. Fueron construidos en marco metálicó con un relleno de ladrillo, lo que permite aligerar el conjunto para construir más rápido.
Los periódicos de la época estaban entre asombrados y asustados. "Esto no es Chicago, esto es Villeurbanne y están más a la moda".
Cada edificio tiene un ascensor, con accesos acristalados para dejar el paso de la luz y en trabajo de herrería. El alcalde Goujon, médico, es muy consciente de la buena higiene y en su ciudad socialista promueve la búsqueda de condiciones de vida más saludables.
Los apartamentos de hecho, son bastante funcionales. Se ingresa por la cocina, que articula a ambos lados los espacios públicos y privados. A la izquierda la habitación principal y a la derecha, la sala, el baño y el comedor. Dicho comedor puede articularse desde cierto nivel a una terraza semipública donde otros apartamentos también están conectados. Es decir, hay vida de barrio y comunitaria aún por encima de la calle, dentro de los edificios.
El alcalde y la arquitecta entendían desde el primer momento que la forma de dignificar al obrero de esta utopía socialista era dándole un lugar donde no solo vivir, sino poder salir adelante sin necesidad de arruinarse pagándolo por toda la vida. En tres años de construcción, Goujon se pudo dar por bien servido. Había creado el germen de una ciudad independiente de su vecina Lyon y había no solo cumplido su promesa, sino que había solidificado esa idea de hacer sentir al obrero un ciudadano.
Incluso, los habitantes de Villeurbanne del bloque obrero y campesino, organizan un viaje cultural y documental para estrechar los lazos comunistas fuera de Francia y en el verano de 1936 hacen un viaje hacia la antigua URSS.
En tres años apenas un alcalde decide hacerle cara a un problema y desde la arquitectura dignificar a los ciudadanos. Al final de la avenida Henri Barbusse se planta la escultura "Le Répit de l'agriculteur", como símbolo de la búsqueda de bienestar asociada al hábitat.
“Villeurbanne ilustra lo que se habría llamado hace unas décadas la alianza de clases obreras e intelectuales” dijo el politólogo Paul Bacot.
Desde 1924 hasta hoy, un siglo después, todos los alcaldes han sido socialistas.
Hoy, ya sabes que existe Villeurbanne.